jueves, 30 de junio de 2016

PPK, UN GRINGO BONACHÓN

Jose Antonio Luna Neyra 


A diferencia del que fuera el mejor encandilador de serpientes del Perú y el mejor raposo de multitudes de los últimos tiempos, Y gracias a su impresionante palabreo presidió el gobierno dos veces, PPK es un flamante presidente de corto hablar, sin buena oratoria, de acento inglés con un apellido difícil de pronunciar y aspecto yanqui, un hombre bonachón, que se esfuerza por esconder que es el político y tecnócrata mejor formado por los grandes monopolios y la extrema derecha neoliberal.


PPK, nació en el Perú, pero es hijo de dos extranjeros, su padre alemán de ascendencia judío-polaca y su madre francesa-suiza. Fue criado, formado y ha trabajado más afuera que en el Perú, sobre todo en Inglaterra, Suiza y EE.UU. donde estudió filosofía, economía y política y se puso al servicio del Banco Mundial y de innumerables empresas transnacionales ligadas a la minería, la siderúrgica y la industria.


Desde 1966 al 68, fue asesor económico y gerente del BCR primer gobierno de Belaúnde, tras el golpe militar, Velasco lo enjuició por haber otorgado certificados por 115 millones de dólares a la IPC. Fue Ministro de Energía y Minas en el segundo gobierno de Belaúnde (1980-85). Fue ministro de Economía y Primer Ministro durante el gobierno de Toledo (2001-2006), siempre ligado al BM, BID, FMI y demás instituciones de la política económica mundial y a las grandes empresas nacionales e internacionales. Siempre fue considerado el engreído de las transnacionales y los gobiernos norteamericanos.


PPK, ha sido uno de los economistas y políticos más significativos para la implementación y profundización del modelo neoliberal y la constitución fujimorista, llegando en la segunda vuelta del 2011 a declararse admirador acérrimo del presidente Fujimori, al que calificó como el mejor presidente del Perú, y a brindar su total respaldo a la candidatura de Keiko Fujimori. Sin embargo, ducho en el engaño, creó su partido "PERUANOS POR EL KAMBIO" (PPK), para hacer creer al electorado que él no era un continuista más, sino un candidato que quería el cambio del país.


Así, a pesar de sus grandes coincidencias doctrinarias, programáticas y constitucionales con el fujimorismo, el engreído de los norteamericanos se enfrentó en la segunda vuelta con la hija negada del imperialismo yanqui, en medio de una truculenta y denigrante campaña electoral, llena de puyas y golpes bajos, con intromisión de la DEA y la OEA y el JNE, para lograr un ajustado triunfo a favor del gringo bonachón y asegurar la continuidad del modelo y la constitución y el servilismo a los grandes monopolios, principalmente yanquis.


A los peruanos, este nuevo gobierno, nos produce sentimientos encontrados. Por un lado expectativas y esperanzas, y, por otro lado, frustración, desconfianza y pesimismo. Quizás mucho tenga que ver la apariencia física del gringo PPK en un país bastante racista que confió demasiado en un chinito desconocido y sin programa en los 90 y en un cholito racista e improvisado a principios del nuevo siglo. La solución de los problemas del país nada tiene que ver con la raza de nuestros gobernantes, tampoco si son bonachones o no, sino con salidas políticas, programáticas y constitucionales, con reformas del estado y la sociedad que garanticen un cambio verdadero y no el próximo continuismo de PPK y Keiko Fujimori.

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